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Articles by James Banks

Confiar primero en Él

«¿Papá, no me sueltes!» «No lo haré. Te tengo agarrado. Te lo aseguro».

Legados de amor

Estaba hojeando la Biblia de mi bisabuela, cuando un tesoro cayó sobre mis piernas. En un pequeño trozo de papel, escrito con letras de niño, estaban estas palabras: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación» (Mateo 5:3-4). Garabateada debajo de esos versículos, estaba la firma de mi madre.

Amor inalterable

Cuando iba a la escuela secundaria, jugaba en el equipo intercolegial de tenis. Pasé muchas horas de mi adolescencia tratando de mejorar mi juego en cuatro canchas de cemento ubicadas a dos cuadras de mi casa.

Aprender a confiar

Cuando era adolescente, a veces desafiaba a mi madre cuando ella trataba de motivarme a tener fe. «Confía en Dios. Él se ocupará de ti», me decía. «No es tan fácil —le gritaba yo—. ¡Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos!».

Una oración que nos encamina al cielo

Una de las primeras plegarias que aprendí de niño era: «Ahora que me acuesto a dormir, te pido, Señor, que me cuides…». Esta oración que aprendí de mis padres, se la enseñé a mis hijos cuando eran pequeños. Me confortaba muchísimo colocarme en las manos de Dios, diciendo esas palabras antes de dormirme.

El regalo del tiempo

Entré volando a la oficina de correos. Tenía varias cosas anotadas para hacer, pero, al entrar, me frustré cuando vi una fila larga que llegaba hasta la puerta. «Apresúrate y espera», musité, mientras miraba el reloj.

Refugio en la tormenta

Cuando vivía en Oklahoma, tenía un amigo que «perseguía» tornados. Juan detectaba cuidadosamente las tormentas mediante contactos radiales con otros perseguidores y un radar local, y trataba de guardar una distancia prudencial mientras observaba el recorrido de la destrucción, para poder informar de cambios repentinos a las personas que se encontraban en el sendero de peligro.

Declaración de dependencia

La madre de Laura luchaba contra el cáncer. Una mañana, una amiga de Laura, quien, por años, había quedado minusválida por una parálisis cerebral, oró con ella: «Señor, tú haces todo por mí. Por favor, haz todo por la mamá de Laura».

Amor humilde

Cuando Benjamín Franklin era joven, hizo una lista de doce virtudes en las cuales deseaba crecer a lo largo de su vida. Se las mostró a un amigo, quien le sugirió añadir «humildad». A Franklin le gustó la idea y agregó algunas pautas para ayudarlo con cada elemento de la lista. Entre sus reflexiones sobre la humildad, puso a Jesús como ejemplo a seguir.

Los años de masticar

Hace poco, mi esposa me regaló un cachorro de labrador, al que llamamos Max. Un día, cuando Max estaba conmigo en mi estudio, escuché el sonido de papeles que se rasgaban. Cuando me di vuelta, encontré a un perrito con expresión culpable, que tenía un libro abierto y una página que le colgaba de la boca.